viernes, 5 de mayo de 2017

(27) Aire sur l'Adour- Miramont (18,5 km)


Pascale, la propietaria, nos acompañó la mañana siguiente en el momento de la partida en la foto frente a su casa.


Antes nos había ofrecido un desayuno que superó las expectativas y se consolidó como el número uno de la semana, lo mismo que había ocurrido la noche anterior con la cena. En un magnífico comedor (observar la mesa) disfrutamos de zumo de naranja natural, gateau (pastel) basque de cerezas, pan brioche, kiwis, mantequilla, mermelada, etcétera, ofrecido en unos servicios elegantes.

Y la habitación, con chimenea y cacharrería antigua de cobre en las paredes, evidenciaba que esta casona había vivido tiempos de opulencia. A la salida, una fotito del grupo de logística de apoyo motorizado.


Salimos de Aire con el cielo cubierto mientras caían unas gotas, lo que nos obligó a prepararnos para la eventualidad de la lluvia, que finalmente no hizo acto de presencia.


En un pueblo como este, además de la catedral que habíamos visto el día anterior, esta magnífica iglesia nos despidió al abandonar el barrio donde habíamos pernoctado, situado en la parte alta de la villa.


Al poco de salir, y mientras echábamos en falta los viñedos, que comprobamos que habían desaparecido tras varios días de verlos a todas horas, bordeamos un amplio lago.


Un sitio atractivo y preparado para la comodidad de los paseantes.


Información sobre la fauna piscícola.


Terrazas , mirador y paseos de madera.


Por lo demás la etapa fue bastante llana, aunque tipo rompepiernas, con subidas y bajadas, discurriendo entre tierras de labor.


Abundaban las plantaciones de maíz y numerosos tractores arando grandes parcelas.


Por supuesto, no nos gustaron las zonas donde forzosamente tuvimos que caminar sobre asfalto, muy abundantes, aunque nos alegró comprobar que los Pirineos estaban cada vez más cerca. Prueba de que el Camino se acerca a San Jean Pied de Port, donde terminaremos. En su día iniciamos allí el Camino Francés hasta Santiago y para nosotros es una prueba superada.



Los peregrinos/caminantes son un nicho de negocio, y por la senda abundaban las ofertas de alojamiento. Entre ellas encontramos la que habíamos reservado para pasar la noche, la ferme de Marsan.


Y también este cartel en el que un peregrino imita los andares de Juanma...


La particularidad de este alojamiento/granja es que tienen una tienda y puedes comprar sus productos, y con ellos cocinarte la cena o llevártelos de recuerdo (para que se los queden en el aeropuerto porque no cuelan como equipaje de mano autorizado). Con nuestros colegas de apoyo y las aptitudes cociniles de algunos (singularmente Manolo, Paco y  Álvaro) disfrutamos de la comida a base de fiambre, queso y ensaladas. Para la noche quedó la sesión estrella, con una gran sopa y tortillas, todo ello regado con buen vino. Unos artistas.


Por lo demás, pasamos la tarde relajados por el recinto ya que las caminatas habían llegado a su final por esta vez.


Al día siguiente nos encaminaríamos a Pau (se acabaron los finales en Toulouse, que ya queda más lejos) para pasar una jornada de asueto antes de emprender al día siguiente el regreso en avión, eso sí, desde Toulouse.



Antes de irnos a dormir, gran final de chinchimonis con premio extra. El equipo de apoyo había comprado de mañana una botellita de armagnac para no tener que limitarnos a las copitas que nos ponen en las casas rurales o en los bares. Fue un gran acontecimiento deportivo y un éxito de público y de pasiones desatadas. Aunque he recibido presiones, antes muerto que cantar los nombres de los amables contendientes que invitaron. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Alguien quiere decir algo?