lunes, 1 de mayo de 2017

(23) Castelnau-Montreal du Gers (24 km.)


El segundo día ya estábamos entrenados para la rutina habitual de estas caminatas. Por tanto, a las 8:30 desayunábamos (aceptable teniendo en cuenta el precio, aunque sin fruta) y una hora después nos poníamos en marcha. 


La cita con el grupo de apoyo era la villa de Condom, nombre que a todos nos recuerda lo que nos recuerda, pero que según san Google, dicho invento no parece tener nada que ver con esta población. Teníamos 8 kilómetros de camino por delante, que fueron igual que agradables que el del día anterior. 



Amplias praderas, abundantes balsas de agua destinada al regadío e incluso casas muy aparentes, como la de la imagen inferior.


Sin ningún tipo de cierre (algo impensable para nosotros) y amplísimos ventanales que permitían contemplar su interior, un cartel sugería que no se entrara al jardín, pero no pudimos sustraernos a la curiosidad. Estaba amueblada con enorme gusto.


Sin ser espectacular como Roncesvalles, O Cebreiro y otros muchos lugares del Camino, el paseo resultó de lo más agradable.



Además del paisaje, encontramos antiguos molinos y fuentes de piedra.


Y, finalmente, entramos en las tierras de Armagnac, de las que tardaríamos en salir, lo que se tradujo en la existencia de grandes extensiones de viñedos.


Precisamente, Condom, antigua villa episcopal, es considerada la capital de Armagnac. En esta pequeña ciudad (unos 8.000 habitantes) existe un museo de este licor, que guarda un gran parecido con el coñac.


Al recorrer sus calles encontramos esta curiosa manera de anunciar un albergue.




Recorrimos unas calles peatonales muy agradables antes de llegar a la plaza de la impresionante catedral de San Pedro, sede del obispado durante casi cuatro siglos, hasta 1793. Antes existió en el mismo lugar una abadía, que se cree construida sobre una iglesia del año 804. Descansamos un rato contemplando su interior donde lucen unas llamativas vidrieras. Y a su lado, una escultura de los famosos D´Artagnan con los tres mosqueteros.



Teníamos la idea de picar algo en la villa, pero no tuvimos en cuenta que era 1º de mayo, fiesta, y todo estaba cerrado. 


Así que seguimos camino sin resolver la siempre fundamental cuestión de la intendencia.


La ruta mantuvo la misma tónica hasta Larresingle, donde comimos en una creperie en el interior de su castillo.


Un sitio de lo más agradable donde disfrutamos con unas crepes sarracin con ensaladas y vino casero de la tierra.


Al salir echamos una ojeada al castillo, donde seguían en su campaña electoral para la segunda vuelta Macron y Marine le Pen. Todo indicaba que iba a ganar el primero, como así sucedió precisamente el día en que regresamos a Vigo.


Tras el descanso de la comida, retornamos a la ruta pues todavía nos quedaban tres horitas de marcha. En el pueblo, a unos cientos de metros de nuestra casa rural, dejamos testimonio del estado de nuestras botas tras la caminata.


Casi no vimos Montreal du Gers, pero su plaza central nos pareció agradable.


El equipo de apoyo, como siempre, había llegado antes a Le Coulomé y ya conocía la distribución de las habitaciones. 


A las tres chicas singles del grupo (Porota, Irache y Marián) les correspondió esta especie de casita de muñecas, situada a unos 200 metros de la casa.


Algunas de las habitaciones estaban decoradas en estilo oriental, y todas en general cómodas para pasar la noche.


En el comedor del alojamiento renovamos energías con una copiosa cena de tres abundantes platos (sopa, ensalada y salchichas con coliflor gratinada) más una creme brulee de postre, quizás más fuerte de lo habitual para la mayoría. Y como colofón, la consabida partida de chinos/chinchimonis (a elegir la denominación) para pasar un rato de cháchara y que los perdedores se hicieran cargo de las copitas de armagnac. Los dueños de la casa, Monique y su marido, como el día anterior en el albergue precedente, se mostraron muy interesados por el juego, pero afortunadamente no se incorporaron a la partida. En tal caso, si perdían era un poco chocante ya que hubieran tenido que invitarnos.

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